Habrá que esperar dos meses, cuando empiecen las campañas federales el 14 de diciembre, para determinar con mayor rigor el verdadero impacto de la renuncia de Margarita Zavala; la posición que ocupe entonces como aspirante presidencial será más cercana a la realidad, y se sabrá si el Frente PAN-PRD-MC se concretó.

En tanto, a cuatro días de la muy difundida renuncia, ninguno de los gobernadores de Acción Nacional le ha expresado su apoyo (los ex mandatarios estatales que juran respaldarla ya están prácticamente en el retiro), ninguna de las dirigencias partidistas que promueven el Frente ha dicho que se arredra y sus detractores y críticos -que también los hay- no han agachado la cabeza, por el contrario, le han tundido más y mejor.

Destaca también que el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, y el ex Ejecutivo de Puebla, Rafael Moreno Valle, firmantes con Zavala de una carta para exigir reglas claras en la elección del candidato del Frente, se mantengan firmes en la iniciativa; sin olvidar sus exigencias de apertura, ni Silvano ni Moreno Valle -que por cierto se reunieron ayer en Morelia- han recurrido a la estridencia ni a la amenaza rupturista.

Otro aspirante visible a la candidatura frentista, Miguel Ángel Mancera, de igual forma se pronunció por seguir los trabajos en el Frente, mucho más importantes que los intereses personales de Zavala… y podríamos seguir mencionando a cada uno de los otros precandidatos presidenciales del PAN: ¡ninguno se ha pronunciado a favor de la postura de la ex primera dama!

Entonces, pues, a reserva de la amplísima cobertura mediática que ha tenido el suceso y las especulaciones a granel, lo cierto es que la renuncia de Zavala, en los hechos, ha producido más ruido que nueces.

Y de todo ese ruido, la ex panista ya salió raspada: el ex gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo Appel, no se anduvo por las ramas y de plano tejió una historia en la que rebaja la renuncia de Zavala a un acuerdo urdido entre Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, que se entienden desde el proceso electoral de 2012.

“Es el plan B” de ese pacto Peña-Calderón, acusó el legendario primer gobernador de oposición en México, en el entendido de que sostendrán su candidatura presidencial a la espera de que despegue la de José Antonio Meade, que por lo dicho es el “Plan A” en esa trama.

Ricardo Anaya y Santiago Creel, por el PAN, y Jesús Zambrano y Ángel Avila, por el PRD salieron ya también a advertir que detrás de la renuncia de Zavala hay una estrategia del PRI por debilitar al Frente, que apenas se presentó, creció en las encuestas.

Dicho todo lo anterior… sigue el ruido. No se ven las nueces.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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