Digamos las cosas: ni el michoacano Marko Cortés tiene la legitimidad para encumbrar a Vicente Fox como el líder que el Partido Acción Nacional (PAN) necesita rumbo a los comicios de 2021, ni el expresidente goza de la fuerza, confianza y reconocimiento para encabezar y resucitar al maltrecho panismo.
Es más, tres días después de la reaparición de Fox en la asamblea nacional de los azules, no queda lugar para la duda: Marko Cortés anda muy despistado, se le perdió la brújula y su presidencia en el PAN camina a pasos acelerados para convertirse en la peor de que se tenga registro en los ochenta años de vida del partido. Dejarse al regazo del ranchero de San Cristóbal, Guanajuato, lo corrobora.
Cabe la pregunta: ¿Alguien en su sano juicio puede creer que Vicente Fox puede encabezar un frente político, incluso más allá del PAN, para enfrentar a Andrés Manuel López Obrador y “darle en la madre a la cuarta transformación”? La arenga del ex de las botas suena patética y panistas y ex panistas como los actuales gobernadores, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, Margarita Zavala, Francisco Barrio, Fernando Canales Clariond y hasta el propio Ricardo Anaya deben estar revolcándose, si no de risa, sí de coraje y de vergüenza.
¿Quién se cree Cortés para convertir la asamblea nacional del partido y sus ‘festejos’ por los ochenta años en una fiesta de Fox? Se escuchan ya los reclamos entre los panistas.
Todos se acuerdan que renegó del partido y que -paradojas de la historia- se convirtió en 2012 en principal promotor para el regreso del PRI a Los Pinos, fascinado entonces por la figura de Enrique Peña Nieto. Todas y todos se acuerdan de las soeces descalificaciones que propinó a los panistas. ¿Cómo lo ve ahora la senadora Josefina Vázquez Mota, en ese entonces candidata presidencial del PAN? ¿Y qué dice Anaya?
Ahora bien, las aseveraciones que Fox hizo el sábado sobre supuestas reuniones que ha tenido con dirigentes de otros partidos, todas han sido desmentidas. Ha quedado, a las primeras de cambio, como un mentiroso, obligando a la memoria: Fox es considerado por propios y extraños como el gran traidor de la alternancia política y el gran defraudador de los acuerdos políticos para las reformas políticas y económicas que se esperaban después su triunfo en julio del 2000.
Ese es Fox. Y no deja de ser Fox: una mala caricatura política.
Aquí se queda… ¡aquí entre nos!