El Histrión

Ya-en-ten-dí. Verdá de Don Diosito santo y sagrado, que ya entendí. Comprendo perfecto a esas mujeres del mundo mundial que caen arrodilladas ante el de las piernas lindas, suspiro en pecho, y es que la técnica es insuperable: te ve directo a los ojos, mirada traviesa, sonrisa de medio lado, bigote mega planchado y con tono seductor, te cuenta mil y una promesas de amor. Así tengas tú todas las evidencias enfrente que demuestran que no es verdad lo que estás oyendo, caes porque caes. La bronca es cuando despiertas, ¡Auch con ese “amor”!
Así mi querido topacio de la cancha y Pelé del futbol llanero, Ruli Morón llegó y llenó de promesas a todos los trabajadores del municipio. Ofreció a cada sindicato, grupo, líder natural, jefe de oficina y sacudidor de cosas que, con él al frente, el Ayuntamiento de Morelia y sus trabajadores, pronto serían los más reinis de la ciudad de la cantera y sus alrededores, es más, ni los municipales de San pedro Garza García, en Monterrey, Nuevo León, serían tan ricos y carísimos, como los de la Morelia. Y cayeron.
Todavía no tomaba posesión oficial de su cargo, cuando ya estaba cafecito en mano, pactando con Jorge Molina, líder del sindicato mayoritario de la comuna, quien aún no terminaba de apapachar a Daniela de los Santos por su horrenda derrota cuando ya estaba cambiando el rojo por el guinda, sin mayor remordimiento. Y así le siguió, a cada uno decía lo mismo, que iban a estar mejor, que nadie como él para ser alcalde, que él sabía lo que era luchar y bla bla bla.
Hasta que llegó con los Bomberos de Morelia. Les juró que su gobierno sí iba a dignificar esa gloriosa labor que los hace retar a la vida y al destino, protegiendo la vida de otros por encima de la propia. Y ellos le creyeron. Creyeron que, por fin, tendrían sueldos dignos, prestaciones como el resto, el reconocimiento nominal de su labor, uniformes, equipos, pipas, unidades, ambulancias y todo lo que se necesita para enfrentar los riesgos de un accidente, contingencia o emergencia médica.
Ha pasado más de un año desde que juró sobre la cruz que a él, ellos sí le importaban. Y lo siguieron creyendo, hasta que les llegó la primera sorpresa del día: el nombramiento del coordinador de Protección Civil y Bomberos Municipales, Rogelio Rangel Reguera, ex yerno del secretario de la comuna, Humberto Arroniz, conocido en el bajo mundo como “El Jarocho” -aún hoy en día los veracruzanos mientan la madre no sé cuántas veces por esa referencia dolorosa-; lo primero que el hombrecito les dijo es que no conocía nada de nada, “no soy bombero pero le voy a echar ganas”. Al Ruli, al “Jarocho” y al propio Rogelio, se les olvidó una cosa: en un tema tan delicado como el de los bomberos, no se ocupa nada más “echarle ganas”, sino tener vocación, conocimiento, saber de estrategia. Desde ahí empezaron mal.
Es tal su desconocimiento y sus ganas de fregar al prójimo, que Rogelio no sólo se mete con los bomberos de base, sindicalizados, del municipio. En la mira trae a los tragahumo voluntarios, esos que NO CO-BRAN un solo peso de sueldo, menos prestaciones y que lo único que reciben del municipio, a cambio de arriesgar la vida, es un equipo y un uniforme, que dejan en los casilleros para los que vienen detrás de ellos, cuando se despiden del servicio.
Al menos cinco de estos bomberos voluntarios han sido “dados de baja” del municipio, castigados porque no cumplen las horas que les exige Rangel Reguera, en base a un acuerdo de buena voluntad signado hace años. Así, voluntarios con más de 20 años de carrera, fueron “renunciados” por no cubrir el total de horas que les exigen; antes eran poco más de 43, ahora rayan en las 60.
Con sueldo, el ayuntamiento dispone de 40 elementos, incluido el súpercomandante Rangel, al que le gusta colectar latas y botellas de cerveza, que luego deja abandonadas en su camioneta oficial. Los héroes anónimos están distribuidos en tres turnos, cada uno de 13 elementos (el resto hace labores administrativas).
Una decena de estos trabajadores municipales tiene más de cinco años con contrato: sí, los hacen firmar cada tres meses, les niegan la antigüedad, los someten a las mismas exigencias que al resto, y los ignoran cuando ocupan equipo. A ellos, Ruli de mi vida y de mi corazón, les juró sobre la cruz, la Biblia y hasta la Constitución que, en diciembre de 2018, sin falta, los basificaba. ¡Tenga qué! No solamente no los ha basificado, además, a varios, les quitó la compensación que se ganaron por su extraordinario esfuerzo.
Voluntarios, sin sueldo, prestaciones ni nadie que les diga cositas bonitas en el municipio, son -o eran hasta las medidas ridículas de Rangel-, 25. Hay doctores, trabajadores del IMSS, el estado y hasta del municipio; hay mujeres y hombres que lo único que quieren es servir, a los que no les mueve el dinero, que se meten igual a los incendios como los basificados, y a los que tratan de lo peor.
Mientras hay secretarias en la misma corporación, con contrato y categoría de técnico profesional A y sueldos superiores a los 11 mil pesos quin-ce-na-les; hay elementos que perciben por mucho, 8 mil 200 pesos al MES.
Por su densidad demográfica, Morelia ocupa, al menos, cuatro estaciones de servicios. Sólo tiene una en funciones, la del Estadio Morelos. Cerraron la de Santa María y Ciudad Industrial, ahí bien cerquita de donde recién se incendió la fábrica de Nicandro Ortiz. Esa misma que hubiera permitido atender la conflagración en menos de tres minutos.
Los bomberos de Morelia, como primeros respondientes del incendio en Ciudad Industrial, recibieron el reporte al filo de las 9.50 horas del día. Al siniestro llegaron a eso de las 10 con 10, después de los elementos del Protección Civil y Bomberos del Estado; después incluso que los cuerpos voluntarios y llegaron con la única unidad servible que tienen, la 122 de ataque, la pipa que les queda y la camioneta de traslados; en el corralón de los descompuestos, 8 unidades que no tienen para cuándo. No tienen ni para atender reportes de fugas de gas, por eso se hacen los que no hablan español.
Quiere más: ¿se acuerda de las ambulancias que repartió Silvano Aureoles a todos los ayuntamientos?, la de Morelia, la pidió para los bomberos el yerno de don Jarocho y como es él, pos se la quitaron a la dirección de Salud y se la dieron. La unidad, equipada y todo como se las obsequió el gobernador sólo da servicios de 8 de la mañana a 3 de la tarde, que es el horario de los dos paramédicos contratados por Rangel para operarla. Así que si usted, queridísimo lector, la ocupa, trate de que sea en ese horario.
A Rangel todo esto ni lo inmuta. Es feliz y se le nota cada vez que, a deshoras de la noche, habla al conmutador de la estación de bomberos, evidentemente tomado, y pide el apoyo de uno de los elementos para que haga las funciones de chofer.
A los bomberos de Morelia, muchos de ellos, les da vergüenza y coraje, porque saben que no están dando el ancho. El incendio, aún amenazante de Ciudad Industrial, lo demostró. El “jalense porque el incendio está fuerte”, les caló tan profundo, que decidieron ir, con su unidad de ataque, con su pipa y sus ralos uniformes a la zona crítica. Con su honor y su pena, así fueron. Hoy, en su día, son los primeros en bajar la vista y decir, “¿hay algo qué celebrar?”.
Yo sólo le pregunto a mi querubín de topacio, ¿qué tal durmió su majestad?