Ojalá que el plan migratorio de la Cuarta Transformación no se quede sólo en el envío de militares a las fronteras norte y sur, en las ocurrencias sin gracia del titular del Instituto Nacional de Migración (INM) y en los informes de la corrupción que imperaban en la dependencia y el obligado pase de tijera.

Tampoco es para levantar el ánimo que la noticia de hoy sean los pantalones tres veces extra grande que el INM mandó hacer a sus agentes; resulta deprimente ver circular fotos, por un lado tan dramáticas como la del ciudadano salvadoreño y su pequeña hija que perdieron la vida al pretender cruzar el Rio Bravo, y por el otro a los agentes del INM ‘modelando’ sus pantalones XXXG.

Un insulto la sensatez y el sentido común han resultado las apariciones del titular del INM, Francisco Garduño, más ocupado en regañar y denostar públicamente a los agentes federales enviados a reforzar al Instituto, mientras vemos y escuchamos a una señora haitiana gritar, clamar por atención médica para su hijo, o cómo crece el número de caribeños y africanos que por igual entran al país en busca de asilo.

Ojalá, pues, todo esto sea pasajero. Que a los estrategas de la Cuarta los agarraron en curva y tuvieron que improvisar, a las carreras hacer algo para cumplir los acuerdos con la Casa Blanca. Ojalá que así sea y pronto conozcamos el plan del Gobierno Federal para atender el problema.

Muy oportuno sería, en tal sentido, que empezaran por informar al pueblo de México (al sabio y al no tanto, que los dos cuentan) que no se trata de un problema pasajero; que tendremos que acostumbrarnos a recibir ciudadanos centroamericanos, sudamericanos, caribeños, asiáticos y africanos que buscan ingresar a Estados Unidos. Que se les tendrá que dar asilo, trabajo, educación y atención médica.

Con toda claridad, los genios de la comunicación de la Cuarta deben explicar a los mexicanos (después del bailongo del lunes, no importa) que el Gobierno tendrá que incorporarlos a los programas sociales (o diseñar otros exclusivamente para los migrantes); destinarles partidas presupuestales que hoy no existen, y crear esquemas de seguridad pública que aseguren que los migrantes no pasen a engrosar las filas del crimen organizado ni de la delincuencia del fuero común.

¿Cómo le van a hacer? Es lo que no sabemos. Por eso la importancia de que en Gobernación, en la Cancillería o donde sea estén elaborando el plan migratorio, que ahora mismo no tenemos ni hemos tenido.

Y no, no es un asunto de 45 días. Tampoco se trata nomás de mandar militares a las fronteras… ahí está el que quizás sea el gran tema de México durante los próximos años.

Las bendiciones del Papa, por cierto, no bastan.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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