Si de verdad este miércoles la Cámara de Diputados aprueba la reforma educativa sin que los adheridos a la CNTE hagan de las suyas, estaremos ante un escenario incuestionable: el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, finalmente se cansaron de tanto esperar y tanto rogar. Su conclusión era de esperarse: a la Coordinadora ni todo el amor ni todo el dinero.

Ahora bien, la pregunta por responderse es la que sigue: ¿se trata de un rompimiento real?, ¿es pactado y el serrucho de los bienes a todos satisfizo?, ¿es bajo amenaza?

Eso ya se podrá saber en los próximos días. Lo cierto, hasta la mañana de este miércoles, es que los diputados federales se amanecieron con la convicción de llevar al pleno para votar y aprobar el dictamen que tanto irritó a la Coordinadora y sus voceros: si se compara con la de Enrique Peña, la reforma de la cuarta transformación es la misma gata pero revolcada, acusaron.

La sección 22 de Oaxaca hasta anoche seguía despotricando contra el proyecto legislativo y advirtiendo que el de López Obrador será un sexenio más de “lucha y resistencia”. Pero hasta ahí. No hay indicios de movilizaciones, ni de plantones ni de cercos en San Lázaro.

¿Acaso será que los maestros respetan los días de Pascua? ¿Acaso sus vacaciones son intocables, aún en la “lucha y resistencia”? Por supuesto que no.

Hay una intencionada desmovilización. ¿Divorcio real, pactado o bajo amenaza? Ya veremos, lo que sí es cierto es que nadie, ni en Morena ni la CNTE, puede llamarse traicionado.

Aquí se queda.. ¡aquí entre nos!

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