El llamado a la reconciliación del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el caso de Michoacán, tiene mucho de fondo y mucha historia todavía por contar.

Esta entidad, como ninguna otra, ha sido escenario de las más encarnizadas batallas entre el PRD, que sobrevive, y el empoderado partido Morena. Surgidos sus militantes y dirigentes del mismo tronco, cohabitantes bajo el mismo techo partidista y programático durante décadas, el rompimiento ha sido, digámoslo así, algo más que doloroso.

Desde los primeros desprendimientos, allá por 2013, las batallas han sido cruentas y se agudizaron en el proceso electoral de 2015, con la aparición de los morenos en el mapa electoral y el triunfo de Silvano Aureoles en la contienda por el gobierno estatal.

En este entorno, por supuesto, la CNTE no ha sido un actor pasivo. Su consolidación como la fuerza sindical dominante en la entidad corrió en paralelo al crecimiento electoral de la izquierda y a la consolidación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como alternativa de gobierno. No sobra decir que la sección 18 del magisterio michoacano fue clave para los triunfos perredistas con Lázaro Cárdenas Batel (2001) y Leonel Godoy Rangel (2007).

Habrá que agregar que la sección 18 de la CNTE en Michoacán está identificada como la que mayor trabajo ideológico realiza con sus bases. Y puede no ser tan combativa o aguerrida como la sección 22 de Oaxaca, por ejemplo, pero su orientación política de izquierda está más arraigada, es más sólida.

Fue natural así el acompañamiento electoral con el PRD, primero, y con Morena, ahora.

Toda esta historia tendrá que revisarse: primero, para entender la relación PRD-Morena-CNTE y luego buscar una salida al conflicto con el magisterio, movilizado prácticamente desde que inició el año; y segundo, para prepararnos a lo que viene, pues en el fondo del llamado a la reconciliación y diálogo de López Obrador, está la disputa por el gobierno del estado en 2021.

Y sí, desde ahora suenan los tambores. Para el PRD, los resultados de los comicios del 21 en Michoacán, simplemente serán de vida o muerte; para Morena, fundamentales en su ruta de crecimiento… y para la CNTE, la oportunidad de superar, por fin, la etapa de organización sindical disidente.

En lo inmediato, por supuesto, está sobre la mesa, lo urgente: desactivar la movilización magisterial y poner un dique a la sangría económica y social que eso significa, por los bloqueos, tomas y plantones. Eso pasa por atender, renegociar o replantear los muchos bonos y prebendas que la CNTE ha conquistado, ya sea por alianzas electorales, presiones o chantajes políticos, y en todo caso por la aplicación de la ley, como ha sugerido la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

La aplicación y cumplimiento de la ley va para todos: gobierno federal, estatal, partidos políticos y, por supuesto, también del magisterio, cuya dirigencia no puede hacer caso omiso y pretender actuar por encima, no sólo de la ley, sino de los derechos ciudadanos en general.

Eso es lo urgente. Ya en el terreno de lo posible, la negociación debe incluir, si no la reconciliación, sí una tregua política… en tanto llegan los tiempos del 21.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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