Días de definiciones: el PRI y la presidencia de la República no quieren nada con el dirigente del PAN, Ricardo Anaya; lo descalificaron ya como interlocutor. Los panistas se parten, está decidido. En una esquina, los calderonistas; en la otra, los anayistas. El resto es morralla política que no prendió. Su peso se cargará hacia uno de esos bandos.

¿Hacia donde se inclinará la balanza? Van algunas pistas: a la mayoría de los panistas de la cúpula les asusta perder interlocución y quedar fuera de las esferas donde se discuten y aprueban los asuntos del poder; está en juego la candidatura presidencial; para muchos, Anaya no es de fiar, y en el colmo, el joven queretano lució como un peso liviano frente al peso pesado tricolor. Algunos creen que no tarda en pedir esquina.

Por los rumbos de la izquierda, las cosas también se aclaran: echaron a Ricardo Monreal de Morena y todo hace indicar que René Bejarano y Dolores Padierna, pareja que es sinónimo del corporativismo y clientelismo que controla buena parte del electorado de Ciudad de México, regresan con quien más los quiere y en estos momentos necesita: Andrés Manuel López Obrador. En el PRD ya no contaban con ellos.

Se escucha la voz del tabasqueño susurrando a Claudia Sheinbaum: ‘perdimos a Ricardo, pero recuperamos a Lola y a René’. Los demás son morralla.

Domingo 3 de septiembre, pasado mañana, las cosas quedan así: Morena se habrá llevado lo que se tenía que llevar del PRD, y la dirigencia de éste, anuncia que van a la convocatoria del frente amplio con el PAN y otras fuerzas políticas y sociales. Y a ver que sale.

¿Y Ricardo Monreal? Quién sabe si por estos días también toma la decisión que, ha dicho, está pensando. Se entiende que todo gira alrededor de una sola idea: abandonar oficialmente a Morena, en donde ya no lo quieren ni necesitan. Es más, que ni se pare por ahí.

Dice que tiene un sólo plan: ser candidato al gobierno de Ciudad de México; está empeñado en que puede ganar. ¿Se atreverá a enfrentar en campaña a López Obrador?

Sería muy interesante, digno de quien se dice estratega político, que este mismo domingo, de definiciones, Monreal tomara la suya. Y que ya deje de andar rogando, implorando al Peje. Se arriesga a la humillación. Allá él.

Son días de definiciones, pues, y también de algunas proyecciones: el PRI cerrará fuerte el año, resolverá el tema de su candidatura presidencial sin problemas y se convertirá en 2018 en el partido a vencer.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

 

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