OTRO LADRILLO EN LA PARED

Hoy, 1 de septiembre, el presidente Enrique Peña Nieto presenta su IV Informe de Gobierno. Rinde cuentas al país en medio de una impopularidad personal nunca antes vista en presidente pasado. Ni siquiera en tiempos de Echeverría o López Portillo o Salinas de Gortari o incluso de Calderón, la figura presidencial estaba tan baja en niveles de estima popular; y menos al finalizar el segundo tercio del sexenio. A Peña Nieto aún le faltan dos años de escándalos, cacayacas, deslices, periodicazos, yerros, equívocos a granel y otra gran cantidad de actos estultos.

Pero lo de ayer, 31 de agosto de 2016, es verdaderamente un ladrillo más en el muro de los lamentos de Enrique Peña Nieto. Sus asesores, una de dos: o son sus peores enemigos o verdaderamente son de primero de primaria.

La reunión que sostuvo con el candidato republicano Donald Trump se torna inaudita. Recordemos que el millonario norteamericano, desde que era aspirante dentro de su partido por la carrera presidencial, se ha dedicado a denostar e insultar a México y a los mexicanos en distintos momentos, tanto en mítines como a través de su cuenta de Twitter, @realDonaldTrump. El diario español El País reporta nueve graves incidentes en diversos eventos y 60 twitters en donde la agresión contra la el país es evidente.

Es cierto que el protocolo de diplomacia internacional indica que el gobierno de México debe de dialogar con los candidatos a la presidencia de Estados Unidos en un acto de cerrar filas con nuestro vecino geográfico y comercial, para no tomar partido ni por uno ni por otro; pero no obliga al presidente de la república a hacerlo personalmente. Para eso tiene asesores, embajadores y enviados especiales.

Recordemos, por mencionar uno de los encuentros más sonados, hace 23 años, en 1993, el gobierno de Salinas de Gortari se sentó a dialogar tanto con George Bush padre como con William Clinton, máxime que estaba en juego el Tratado de Libre Comercio. Pero por mucho que Salinas apostó, fallidamente, a la reelección de Bush, jamás se sentó con ellos como candidatos sino que mandó a su asesor José Córdoba Montoya a dialogar, a negociar y a proponer con ambos.

Ayer, Enrique Peña Nieto, en uno más de sus debacles políticos, charló animosamente con Donald Trump y el tema del muro fronterizo fue, por lo menos, dicen los boletines y la rueda de prensa, tema tocado.

La información oficial establece que Peña Nieto fue terminante, al iniciar el encuentro privado, en su oposición a la construcción del muro fronterizo, máxime que Trump ha insistido como base de su campaña y de su propuesta anti inmigrante que no solo se levantará el muro sino que será México quien lo pague.

Sin embargo, al salir ante los medios, Peña Nieto, mal asesorado como siempre, fue cordial y hasta ingenuo al declarar que su deber es defender a los mexicanos, se encuentren estos donde sea. En ningún momento fue contundente ni tajante hacia las declaraciones anti México. Jamás lo contradijo, jamás lo exhibió, jamás lo refutó. Señaló, a lo más, que aunque con diferencias, los lazos que se establecen con Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos son fuertes y de amistad.

No defendió a México. No defendió el honor nacional, si es que eso existe, horadado por el empresario estadunidense metido a político. No defendió a quienes fueron señalados como criminales, como violadores, como portadores de enfermedades, como narcotraficantes.

Ante ello, el presidente de México señaló que los mexicanos que emigran a los Estados Unidos fortalecen la economía del país vecino. Incluso tuvo el cinismo de señalar que los insultos de Donald Trump al país que él dice representar y honrar son solo diferentes puntos de vista.

Si la reunión entre Enrique Peña Nieto, jefe del Ejecutivo Federal, y Donald Trump, candidato a la presidencia por el país más poderoso del mundo, carece de toda lógica por la

evidente mala relación y peores declaraciones del aspirante estadunidense hacia México, quien brilló por su ausencia fue la dignidad, la gallardía, el aplomo y la valentía de quien porta la banda tricolor como representante de un país.

Enrique Peña Nieto está levantando, piedra a piedra, ladrillo a ladrillo, el muro de la ignominia contra él, su gobierno, su partido y contra todo México. Pero, ¿qué mayor muro que el Informe que rinde hoy? Ese sí que es otro ladillo en la pared.

Pero esto es solo mi opinión…

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