El jardín de la Nueva España

Morelia, la señorial, la de cantera rosa, la de la catedral majestuosa sin atrio para abrir sus puertas a la Calle Real, la cuna de José María Morelos y Pavón, la también cuna ideológica de la independencia, la antigua Valladolid, la ciudad consentida del colonialismo español cumple 475 años de haberse fundado por edicto de Antonio de Mendoza y Pacheco, primer virrey de la Nueva España.

Mucha es su historia transcurrida. Mucha su memoria. Muchas sus mentiras. Muchos sus problemas endémicos también.

Como toda ciudad añosa, se lee a sí misma desde la historia broncínea que se ha gestado y auto gestado.

Morelia, la antigua Valladolid, desde su nacimiento, trae el conflicto en las venas que atravesaban el valle de Guayangareo. Fue fundada para restarle poder tanto a Tzintzuntzan y a Pátzcuaro; el primero, centro ceremonial y de poder purépecha y el segundo, centro del poder religioso en manos de Vasco de Quiroga. Finalmente triunfó el centralismo virreinal y Valladolid se convirtió en sede política y religiosa.

Famosa, desde la oscuridad de los tiempos por su religiosidad ostentosa en templos, conventos, capillas e iglesias, los neo vallisoletanos crecieron con una extraña conexión con la España metrópoli, sintiéndose parte de ella; tan así, que el propio Morelos la señalara como “el jardín de la Nueva España”, por su belleza, su riqueza, la fronda de su vegetación y su orgullo novohispano.

Pero, después de 475 años de existencia, la antigua Valladolid virreinal, la actual Morelia, capital de Michoacán, es una ciudad que no logra cuajar en sí misma como proyecto urbano, como proyecto social ni como proyecto político.

Morelia es rehén de sí misma, de sus vicios, de sus tradiciones, de sus corruptelas, de sus rancios apellidos con más naftalina que abolengo, de su doble moral proveniente de las buenas conciencias locales y de su olvido por parte de la federación, a pesar de las promesas presidenciales.

Morelia celebró en grande y no es para menos. Le faltan 25 años para cumplir 5 siglos de su fundación. Es de las ciudades más antiguas del país. Eso es digno de rememorar. Pero, ¿qué sigue al día siguiente? ¿Qué va a pasar hoy..?

Por una parte, nada. Y nada quiere decir que será tomada una vez más por los maestros democráticos, quienes están en contra de pruebas y evaluaciones. Nada quiere decir que el primer cuadro seguirá siendo la zona más peligrosa de la ciudad, por lo menos en cuanto a robo vehicular se refiere. Nada quiere decir que los negocios por debajo de la mesa, como los realizados por Alfredo Castillo Cervantes, ex virrey de Michoacán, y Emir Garduño Montalvo, hoy nacionalmente conocido como el LordRollsRoyce, seguirán siendo el pan nuestro de cada día.

Nada quiere decir que, a pesar de reclamos de vecinos, de pruebas de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la propia Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el libramiento Altozano-Camelinas se está construyendo, sin importar el impacto ecológico y geológico de la zona.

Nada, que en este tiempo de lluvias, muchas colonias y muchas vialidades de Morelia se transforman en albercas, pues el alcantarillado profundo está mal hecho, además de la basura que se tira en los ríos que cruzan la ciudad. Ejemplo de ello es la remozada y cacareada avenida Juárez, especialmente en su tramo de Camelinas a avenida Solidaridad, ese que Wilfrido Lázaro, ex munícipe de la capital michoacana presumió como una de sus grandes obras viales, se sigue inundando.

Nada es que Morelia seguirá siendo una ciudad de la que uno se puede sentir orgulloso por vivir en ella pues es hermosa, eso no está a discusión; pero lástima de ella misma. Nada es una ciudad patrimonio de la humanidad que se anuncia a los cuatro vientos como ciudad cultural en virtud de la cantidad de festivales que tienen a lo largo de los meses, pero a donde los morelianos prefieren no ir, sea por caros e inaccesibles, sea por elitistas, sea porque a nadie le importan.

Nada es haber sido el jardín de la Nueva España y hoy ser un agujero de asfalto del estado de Michoacán.

Cumplir 475 años no es nada. Larga vida a Morelia, la ciudad donde pasa todo pero nunca pasa nada.

Pero esto es solo mi opinión…

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