Estamos a días de que el grupo político que encabezará el gobierno federal a partir del primero de diciembre nos presente el plan contra la inseguridad y la violencia que habrán de aplicar a partir de entonces. El año cerrará como el peor de la última década en el índice de homicidios y personas desaparecidas.

Por donde se le vea, la seguridad pública en el país está hecha un desastre. Prevalece el caos en las instituciones y corporaciones policiacas.

Y cómo si la realidad no fuera ya preocupante, todo se complica cuando vemos que quien se hará cargo de la revivida Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Alfonso Durazo Montaño, no da muestras más que de su profundo desconocimiento del tema, su inexperiencia y falta de tacto a la hora de hablar y exponer sus “diagnósticos” sobre la Policía Federal.

Cuando fue nombrado por Andrés Manuel López Obrador como el futuro responsable de la seguridad en el país, salió el Durazo conocido: protagónico y mediático. Parecía que comía lumbre y lanzaba bolas de fuego. En el transcurso de las semanas y los meses, los propios foros que se organizaron para escuchar a las víctimas y sus familiares, lo evidenciaron y obligó a poner en duda su idoneidad para el cargo.

Hoy, no falta quien pone en suspenso su ratificación en la secretaría para la que fue propuesto para el presidente electo y ha empezado a trascender la posibilidad de que no llegará a tomar posesión en el futuro gabinete legal.

Faltan 39 días para saberlo. Pero según esos trascendidos, es tiempo suficiente para que López Obrador dé marcha atrás. Eso se dice.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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