FOTOS: Wendy Rufino / ACG

Wendy Rufino / ACG – Morelia, Michoacán

“Me robaron una gallina y un borrego; quieren ver si están hechos de pan”, comenta Judith Martínez, la creadora de las figuras estilizadas que recuerdan a la cerámica, llenas de gestos, movimiento y extremos detalles, como el casco de un soldado romano o el pan finamente elaborado que lleva una mujer en su canasta mientras baja tranquila las largas escaleras que se desprenden de un arco de ladrillo. Cada parte de este nacimiento está elaborado de ajonjolí, ceniza, café, canela, salvado, harina, pan floreado y espiga de trigo.

Por una tradición de más de 15 años en la elaboración de su Nacimiento de Pan, pero con 30 años de elaborar pan artesanal, es conocida la panadería Horno Los Ortíz, ubicada en el número 1077 de la calle Vicente Santa María, en la colonia Ventura Puente de esta capital. Las puertas están abiertas, el olor a pan y las luces invitan a pasar a disfrutar del Nacimiento que se describe hecho totalmente de pan en un letrero dorado que le acompaña.

Los visitantes a la panadería se detienen ante las finas figuras y reconocen tanto el empeño como el talento artístico de las manos que lo elaboran, pero para Judith Martínez este singular nacimiento representa el trabajo del hombre detrás de la hechura del pan, que va desde el sembrado del trigo, la cosecha, la molienda y el envasado de la harina.

“Al casarme con un panadero y saber que Belén significa Casa de Pan, decidimos hacer un nacimiento con los dorados del pan. Ahí se puede ver el milagro de nacer pero también el inicio y final de un ciclo”, comenta Judith, pero dejando en claro que también representa para ella un sinfín de simbolismos que son propios de su vida y que va incrustando poco a poco.

“Mi papá es el ángel que está acá, es idéntico. Hay momentos que lo veo contento, y a veces cuando no me porto tan bien lo veo que está enojado. También está mi abuelo, quien tenía ese gesto de rascarse la cabeza al pensar, y es algo que comparto con él; nadie más tiene ese gesto en la familia”, señala Judith mientras ríe para sí recordando una anécdota:

“Mis hermanos para cargar se mordían la lengua, y ese hombre que está ahí se muerde la lengua cuando carga el camello, pero como es muy chiquito no se ve. Me río de esas cosas que hacíamos nosotros y entonces las reproduzco aquí donde ves caras de mi familia, los hombres con bigotes o barba son rasgos de la familia de mi padre.”

A Judith Martínez le gusta ver gente joven en la panadería y también incrusta elementos que considera podrían llamar su atención e interesarse en el pan, sobre todo en el pan tradicional de estas fechas. Algunas de las piezas del Nacimiento se conservan desde hace 10 años debido a las extremas precauciones que tienen al guardarlas; algunas por el paso de tiempo se deterioran y se vuelven a rehacer, otras simplemente se marchan.

La elaboración de este nacimiento les lleva de cinco a seis meses. Los arcos y las casas ocupan un horno grande por lo que su esposo, Hugo Ortiz, es el encargado junto a sus tres hijos de elaborar esas piezas o de remendarlas, sobre todo en el momento del montaje.

“Yo le pongo mucho desierto porque la vida es más árida que verde”, comenta Judith mientras contempla fijamente el desierto que se tiende frente al hombre y su burro o a la mujer que le recuerda a su tía Angelina por su inigualable belleza.

Este nacimiento de pan cada año tiene un sentido para la familia Ortíz y para todos los visitantes que llegan a la panadería a reencontrarse con los personajes en nuevas situaciones, o a conocerlos por vez primera.

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