Sin quemar los inciensos, las observaciones por más de 193 millones de pesos hechas a la administración del exalcalde Alfonso Martínez Alcázar debieran ser punto de partida para una puntual investigación, que no de pauta para la sospecha infundada, pero que tampoco sea puerta de escape hacia la impunidad. El Congreso de Michoacán tiene la palabra, tanto como la nueva autoridad municipal.

Sin que se convierta una cacería ni un tema de persecución, los señalamientos a Martínez Alcázar, por la cantidad y por tratarse de irregularidades presuntamente cometidas en un periodo de tiempo que va entre la precampaña, campaña y post campaña, ameritan su cabal esclarecimiento, pues estamos ante un escenario en el que pudiera haberse dado el desvío de recursos públicos para financiar la estrategia proselitista y de promoción personal del exalcalde. El Congreso tiene el balón en su cancha.

El mismo político expanista debería ser el principal interesado en aclarar las observaciones que se le hicieron a sus contratos, gastos y falta de documentos de comprobación, pues desde su renuncia al PAN hace poco más de tres años, se cansó y cansó de repetir que al volverse “independiente” se olvidó de cometer las prácticas de “los partidos de siempre”.

Lo repitió hasta el cansancio, cual si fuera un juramento. Y como si fuera una verdad por el solo hecho de repetirlo. Pues bueno, tiene la oportunidad, en los hechos, de demostrar que la “independencia” le sirvió de algo. ¡Ah! Pero que no se le olvide que el discurso ese de los “chivos expiatorios” es común entre los “políticos de siempre”.

Bajo esas premisas, Martínez Alcázar tendría la obligación -además de jurídica- ética y moral, de aclarar todo lo relacionado a ese faltante y, en su oportunidad y si así fuera el caso, deslindar responsabilidades.

Por parte del nuevo alcalde de Morelia, Raúl Morón, lo deseable es que no ceda en la investigación que ya abrió e hizo pública y ordene un exhaustivo y riguroso seguimiento del tema, que no queden dudas y cierre el paso al insano ejercicio del sospechosismo.

Buena señal contra la corrupción y la impunidad será cuando las investigaciones no sirvan sólo para el escándalo, cuando los señalamientos vayan acompañados de la prueba y cuando el servicio público no sea visto como botín para unos cuantos.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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