Últimamente tan cuestionado, tan criticado, tan descalificado, tan condenado por el presidente electo y algunos de sus afines, el periodismo mexicano deberá cumplir un papel fundamental en el proceso de pacificación que se inicie, cualquiera que este sea.

Más allá de lo bizarro que resulta la clasificación entre la ‘prensa buena’, la ‘fifí’ y la conservadora, y lo más alejado que se pueda de los dogmas y el desperdicio de tiempo que resulta vivir atados a ellos, lo cierto es que ningún esquema de pacificación tendrá éxito sin la participación de los medios de comunicación cumpliendo protocolos de información con respeto a los derechos humanos y jurídicos de las víctimas y de sus familiares.

Esta conclusión nos queda de la presentación ayer en el estado del Manual de Cobertura de Hechos con Víctimas que elaboró la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) y que a primera lectura nos introduce en el México real y la urgencia que tenemos de hacer una gran cadena para identificar, primero, las malas prácticas que tenemos en la cobertura noticiosa y evitar, luego, repetirlas e incluso amplificarlas.

¿La noticia con seguidores en redes sociales, lectores, escuchas y opinadores o la sobriedad de la información con respeto a los derechos de las víctimas, sus familiares y evitando el escándalo que raya en el sensacionalismo y, a veces, en la apología del delito?

Surge la pregunta obligadamente, porque desde la introducción misma del Manual del CEAV se advierten los riesgos: “Los medios de comunicación cumple un papel relevante para la sociedad (…) mediante ellos, la sociedad accede a uno de los derechos pilares de las sociedades democráticas: el derecho a la información.

“Desafortunadamente, el trato que comunicadores/as, periodistas y reporteros/as dan a las personas, y la manera en que presentan la información, no siempre es sensible ni vela por la integridad de las mismas”.

Así dice el CEAV. Y tiene razón. Luego presenta la larga lista de principios, recomendaciones, obligaciones y derechos (mandatados, incluso, por la Constitución y los códigos civiles y penales vigentes) para cumplir con esa tarea indispensable de las sociedades democráticas: informar.

Por ahí, pues, otro de los flancos que tendrán que cubrirse para el proceso de pacificación en el país, demanda principal de los mexicanos.

Y ni hablar, si de verdad se quiere avanzar el modelo tendrá que ser incluyente.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

 

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