FOTO: Agencia Altorre

Del inicio de la consulta por el futuro de las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) lo de menos ya es si estuvo o no mal organizada; lo que sobresale en realidad, y eso parece explicar el fondo de la decisión de llevarla a cabo, es el mensaje que quiere dar el presidente electo Andrés Manuel López Obrador al sector empresarial y, acaso, a los medios de comunicación.

Tras su triunfo, López Obrador mantuvo un discurso conciliador y hasta ofreció retirar de sus mensajes términos ofensivos para referirse a quienes enlistó en una sola figura que adquirió carta de naturalización en el país: la mafia del poder.

Salvo algunos rayones a la prensa ‘fifí’ y a los conservadores que se resisten al cambio, cumplió con su mensaje de “amor y paz” durante los meses de julio, agosto y septiembre. Pero ya en octubre, conforme se vencían los plazos para definir el futuro del NAICM -hay que elaborar el Presupuesto del próximo año- y la fecha de la consulta popular que planteó para apuntalar su decisión, endureció su discurso: todo aquel o aquella que se pronuncia a favor de la construcción en Texcoco y señala los infortunios de la consulta es “corrupto” y está al servicio o pertenece a la mafia del poder.

Sin oposición política a la vista, el caso del NAICM y la organización de una consulta fuera de toda norma y legalidad, se convirtieron para López Obrador en una inmejorable oportunidad para enviar un claro mensaje al poder de los capitales: ‘conmigo serán otras las reglas’. Y esas reglas las pondrá él.

La consulta y el NAICM son, así, la puerta de entrada al nuevo régimen en el que habrá, sin duda, una fuerte sacudida a los poderes fácticos conocidos.

Para entenderlo, sólo hay que recordar cómo se refiere AMLO a los tres anteriores presidentes: de Fox, “empleado” de los hombres y mujeres del dinero; de Felipe Calderón, “pelele” de ese mismo poder, y de Enrique Peña Nieto, siempre ha dicho que es su ‘títere’.

Sí, está claro el mensaje. Y si todo resulta como está planeado por el presidente electo, hasta podrán continuar con las obras en Texcoco, pero el mensaje seguirá siendo el mismo. Y con más fuerza.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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